viernes, 23 de noviembre de 2012

POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS


"Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
Mateo 7:16."
La historia se harta en demostrar la tiranía y la vida déspota y poco misericordiosa que tenia Calvino como normativa en Ginebra. Ciudad que lo padeció hasta su muerte.
 Como idea, las reformas de Calvino perecen ser buenas, aunque su teoría de la predestinación (elección divina) es y ha sido una teoría preconcebida que puede ser tomada como buena o rayar lo absurdo. Sin embargo Calvino no fue precursor de sus creencias. Con su testimonio dio por sentado su intolerancia y su forma sangrienta de terminar con sus adversarios. ¿Puede un hombre que dice ser de Dios y que hasta predica bonito y de manera bíblica tener semejante testimonio oscuro?
 ¿Dónde está el amor, la paciencia, la templanza y los frutos del espíritu de este reformador?
 Pues Calvino es uno más del montón de reformadores que se valió de la espada y la hoguera para hacer de su interpretación personal de la biblia, un dominio intelectual en los pobres feligreses.
 No es casualidad que todos los reformadores hayan sido prisioneros de sus propias declaraciones de Fe, ninguno pudo llevar limpiamente el estandarte de la verdad cristiana.
 No es verdadero evangelio el que se impone con las armas y las hogueras. Verdadero evangelio es aquel que se centra en Cristo Jesús y su ley principal. Amar al prójimo y amar a los enemigos. Porque el cumplimiento de la ley espiritual y toda ley ES EL AMOR.
 Como una vez dijo alguien “Si lo ven a Calvino, díganle que el amor a los enemigos debía ser una de las solas”
 El calvinismo es una de las grandes deformaciones del protestantismo, muy buena como teoría quizás, pero como practica tan mala como beber vinagre.
 No puede el espino dar uvas, es un claro ejemplo de que por más que el espino se esfuerce en dar uvas, jamás lo dará.
 El calvinismo es un espino, que solo lleva como fruto el dolor del pinchazo final.

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